Testimonio de sempaï: Claude Pellerin.
Siguiendo los pasos de Tamura Shihan: Aikido es un Budo. ¿Qué significado dar a nuestra práctica?
Introducción
Con ocasión del curso nacional de formación docente en Auxerre, en septiembre de 2011, Claude Pellerin, actualmente a cargo de la comisión técnica de la FFAB, trató de transmitir la riqueza que él percibía en la enseñanza del Maestro Tamura. Aprovechamos este momento privilegiado para compartir con él el corazón de su búsqueda personal.
Claude Pellerin comenzó la práctica en 1969, para convertirse rápidamente en un alumno cercano y fiel del Maestro Tamura. Fue presidente del departamento técnico de la FFAB hasta 1992 y, actualmente, es responsable de la Comisión de Alto Nivel, es Maestro Educador Nacional (CEN), enseña en su Dojo en Marsella y en el de Pennes Mirabeaux, así como en el Dojo Shumeïkan en Bras. También contribuye al desarrollo del Aikido en Europa, interviniendo regularmente, durante muchos años, en diferentes Federaciones 1 ( AKP , AETAIKI , VAV , JBN-NCA , FSA ,OAV ) y en los Dojos Ken shin Kai (Munich) y Shumeikan de Viena.
Durante este curso, usted ha intentado transmitir un mensaje importante a los enseñantes que el Maestro Tamura nos aportó con relación a la importancia que concedía al trabajo de preparación en Aikido.
Sí, creo que este tipo de trabajo representa el corazón de la enseñanza de Sensei 2. Puso todo esto sobre la mesa para ayudarnos. También lo era para él, es decir, para su propia práctica y búsqueda. Fue un intercambio, para hacernos avanzar humanamente en Aikido, en su idea de Budo.
A veces los practicantes encuentran difícil encontrar el significado de estos ejercicios de preparación. Algunos, incluso entre los más veteranos, se aburren con este trabajo. Es decir, no encuentran lo que se construye con este trabajo. ¿Enfatizó durante el curso que, a través de la relajación, usted mismo está buscando desarrollar un trabajo sobre el ki?
Sí, por mi parte, creo que se puede descubrir esta dimensión en el trabajo de preparación. Es esencial. Sin duda, aún más para nosotros, los europeos, porque estas nociones son externas a nuestra cultura y, por lo tanto, están muy lejos de nuestra comprensión. Para un japonés que practica Aikido, por su cultura oriental, los conceptos que lleva la expresión AI-Ki-Do en sí, se inscriben espontáneamente en su vocabulario, en su percepción y en su comprensión. Por lo tanto, los japoneses pueden conducirse de manera diferente sobre estas nociones y en la práctica. Pero para los europeos, es más delicado, sigue siendo un poco oscuro.
Entonces, al igual que esta tarde durante la práctica, podemos tratar de dar algunas explicaciones en torno a estas nociones. Senseï habló muy poco sobre estas cuestiones. Simplemente, por ejemplo, dijo que “lo que está vivo está atravesado por el ki y lo que está muerto ya no está atravesado por el ki”.
Pero ¿aparte de todo esto…? Seguimos llenos de preguntas … Practicamos Aï-Ki-Do, el Do del Aïki…Hay muchas otras artes japonesas, especialmente artes marciales, el Ju-do, el Kyu-do, Iaï-do y, por supuesto, más globalmente el Bu-do. ¿Estas nociones tienen un significado o no? ¿Qué sería específico en nuestro arte, qué le da sentido, cuál es esta noción de Aiki?
Todos los practicantes entrenan. Pero ¿no estará sucediendo que los practicantes están practicando ikkyo-Do o nikkyo-Do? Es decir, ¿enfocándose en la técnica, pero olvidando el Aï-Ki?
Lo que he percibido, con este trabajo de preparación, que usted presenta al comienzo de los cursos, no solo es que la preparación forma una parte integral de la práctica, sino que es algo más: le da sentido. Y luego, cuando se comienza la práctica técnica como tal, buscamos de tratar conservar este mismo sentido en cada gesto técnico.
Si abandonamos este sentido, el Aikido se queda solamente en una especie de Jujutsu. Cada uno busca su técnica, con más o menos éxito, más o menos eficacia; según que uke bloquee más o menos, funcionará más o menos bien. Pero ¿dónde está el Aikido en este tipo de práctica? ¿Es ya eso el Aikido?
Por contra, si mantenemos el trabajo de fondo practicado durante la preparación, con presencia y conciencia en su ejecución, podremos apoyarnos sobre lo adquirido para la ejecución de la técnica. En este caso, se ha preparado lo mental y lo físico. En el resto del curso, intentaremos aplicar esto en la ejecución de las técnicas. De hecho, estas no son más que los gestos y situaciones que enfrentamos para aprender Aikido y desarrollarlo en uno mismo. Más tarde, necesitaremos olvidar estas técnicas, guardando los gestos que uno continúa purificando (así como la técnica) ¡¡¡hasta llegar a un solo y único movimiento!!! ¿El movimiento de Aikido?… Es solo en este momento, quizás, después de haber trabajado en la preparación, las técnicas, después de haber olvidado las técnicas… que el Aiki podrá, posiblemente, manifestarse y que, tal vez, podamos empezar a hacer Aikido…
Dicho de forma más simple: encontrar a través de la práctica el vínculo entre todos los ejercicios, establecer el vínculo con las técnicas y entre las técnicas, pues unas enriquecen a las otras y viceversa.
Hemos estado hablando de los ejercicios de preparación, pero todo esto de lo que nos habla ¿no nos lleva al tema mucho más amplio sobre cómo construir el estudio del Aikido, sobre cómo construir nuestro propio camino?
Estos ejercicios de preparación son, de hecho, una forma de construir este camino. Si no, tal vez, nunca comencemos realmente a hacer Aikido. Seguiremos «enredados» con el ikkyo, en una forma de búsqueda técnica … sin abordar el camino hacia Aï-Ki. Creo que era el Maestro Nakazono el que decía «Aikido es la respuesta precisa a cada situación». Esto es también lo que enfatizaba el Maestro Tamura con su gran exigencia en la calidad de la técnica. Respetándola en toda su dimensión (eficiencia-simplicidad-sinceridad-sobriedad), sin dañar ni perturbar, la técnica es el medio para abrirse a la comprensión del Aikido y acercarse a él, para ser libre …
Este proceso es bastante difícil porque al mismo tiempo es muy abstracto, forma parte de una elección que se hace en el fondo de uno mismo. Nos adentramos en lo desconocido, en el descubrimiento, emprendemos este camino, sobre la vía que Senseï nos ha marcado con estos ejercicios de preparación, pero también con otros elementos: el Dojo Shumeïkan tal como lo había concebido, la caligrafía O Senseï que colocaba en el Kamiza del Dojo a cada comienzo de año. Sin estos elementos, nos arriesgamos a que nuestra práctica de Aikido no vaya más allá del estadio en que usamos al otro para fortalecer, satisfacer y nutrir nuestro ego (lo inútil), de tal manera que podemos practicar veinte, treinta o cuarenta años sin progresar en nada hacia el Aikido.
Y, en este caso, reducimos a uke a estar solamente a nuestro servicio. Creo que, por el contrario, el Aikido comienza cuando se es capaz de tener en cuenta al otro: ponerse al servicio del uke. Mientras consideremos a uke a nuestro servicio, permaneceremos en el desarrollo de nuestro ego y fuera del estudio del Aikido. El Aikido se expresa cuando comenzamos a tener realmente en cuenta al otro, a tratar de construir realmente con el otro. Cuando se da este paso, da igual que nos encontremos en el papel de atacante o o de defensor, ¡practicamos el mismo Aikido!
Usted habla de «construir con el otro», de un cambio en nuestra práctica. Sin duda, ¿también de la necesidad de un cambio del estado mental en la relación aite / tori?
¡Qué enorme paso se debe hacer en la cabeza, para que en el momento del ataque uno permanezca en el estado mental de estar a su servicio! El aikido se practica con el cuerpo, pero este cambio ocurre en nuestra cabeza. Tengo la sensación de que solamente cuando se da este paso comienza el Aikido. De lo contrario, reforzamos el exterior, pero no estoy seguro de que haya algo diferente en el interior. Los ejercicios de preparación nos ayudan a ir en este sentido, porque abren la práctica con otro enfoque diferente a la simple realización técnica inmediata. Contribuyen a construir este trabajo individualmente, por dentro y por fuera, para que sea más abordable al aplicarlo a continuación con uke o tori. Todo este proceso podría expresarse con esta fórmula:
– toda lo mental y el cuerpo al servicio del centro (seika tandem)
– el centro al servicio movimiento…
… creando la apertura y desequilibrio en la intención de acción del otro.
Esta relación con el otro, que usted relaciona con el sentido de Aï-Ki, es un punto de construcción en el que insiste mucho últimamente en la enseñanza técnica …
La mayor parte del tiempo, al observar a los practicantes, tengo la impresión de que en una gran mayoría de los casos cada uno hace su ejercicio solo, sirviéndose del otro. Muy pocos practicantes tienen realmente en cuenta al otro para construir un movimiento con relación a su compañero. Los practicantes tienen tendencia a practicar solos, simplemente usando al otro para realizar con éxito su propio movimiento … movimiento que es realizado en solitario. En Aikido, el reto está más bien en conseguir que, partiendo de dos personas, resulte un solo movimiento. Con Sensei a menudo teníamos la impresión de que todo estaba hecho antes de comenzar …
¿Es nuestra forma de utilizar el cuerpo lo que tiene que cambiar?
Creo que todo esto sucede fundamentalmente en la cabeza. ¿Que estoy haciendo aquí? O, más precisamente, ¿qué he elegido hacer aquí? ¿Quizás la mayoría de nosotros no lo sabemos con exactitud? ¿Quizás aún no hemos elegido? Es cierto que hay muchas motivaciones y muy distintas para estar en el tatami: nos puede gustar mucho la práctica por lo que nos aporta físicamente, por el hecho moverse, de hacer ejercicio, caer y hacer caer …
Está en la cabeza, pero, sin duda, ¿hace falta también que se materialice físicamente? ¿La relación aite-tori, la relación de centro a centro, la unión del movimiento en un solo centro, no son también una relación y una percepción física?
Sí, por supuesto. El trabajo corporal es indispensable, ineludible y continuo (no olvidemos esta cita de Sensei: «incluso el agua más pura puede pudrirse en el fondo de un estanque») Simplemente, llega un momento en que se vuelve realmente necesario soltar lastre también en la cabeza: ¡la cabeza debe escoger decidir que el otro existe definitivamente!
Y después de haber soltado este lastre, queda por desarrollar todo esto: comienza todo el trabajo corporal, para experimentar teniendo en cuenta al otro en cada situación, especialmente las situaciones técnicas. Aiki llega cuando los dos movimientos de uke y tori se transforman espontáneamente en un solo movimiento. Pero, antes de poder hacer esto, uno debe haber tomado una decisión clara en el fondo de si mismo: qué hacemos, qué queremos … Esto no implica la idea de complacencia en el ataque o de coreografía; al contrario, el movimiento de Aikido necesita un ataque sincero y bien hecho.
El dominio de Budo nos invita a transponer este ejercicio fuera del tatami. En los ejercicios de Aikido, existe este enfoque donde de ‘dos’ buscamos hacer ‘uno’. En la práctica del tatami, esto se traduce en ikkyo, nikkyo, shihonage, kokyunage o cualquier otra técnica que incluya el Jo o el Bokken, realizada con más o menos éxito, que repetimos tratando de no hacer lo mismo cada vez … Pero fuera del tatami, el Aikido puede concernir a todas las situaciones de la vida cotidiana, que se convierten en un nuevo campo de ejercicio. Sensei decía: «si no eres al menos capaz de controlarte a ti mismo, no puedes controlar al otro». Por supuesto, no es el ikkyo y nikyo lo que transponemos, si no el enfoque y método desarrollado con la práctica, y este etapa se revela mucho más difícil … al menos para mí. ¡Sin duda aún no he practicado todavía lo suficiente, no he abierto los ojos lo suficiente sobre todo lo que aporta el Aikido!
SÍ, es difícil. A menudo nos damos cuenta, a posteriori, que gracias a las dificultades encontradas avanzamos, construimos, aprendemos a conocernos y vamos más allá de nuestros logros. Pero, la mayoría de las veces, en el momento cuando la dificultad se presenta y la experimentamos, en ese momento no podemos lograr aceptarla …entonces ¿qué es lo que deberíamos aceptar?
Eso depende de las situaciones. No se trata aceptar, se trata más bien de mirar, de tener en cuenta, de tratar de comprender y usarlo para superar la dificultad. Se trata realmente de intentar abrir los ojos a todas las cosas: las que son importantes o las que son accesorias. Y cuando sea importante, tratar de no enterrarlo. En la técnica, físicamente, es más material, pero es similar, y eso puede sacar a la luz puntos interesantes: cuando el otro nos agarra, queremos hacer la técnica a toda costa … Pero bastaría con que dejásemos escapar esta actitud de querer pasar a toda costa para encontrar una respuesta, y la respuesta se daría por si misma.
Para acceder a este estado, ¿no considera usted necesario un viaje personal interno, un viaje para conocerse, para descubrir lo que está más allá de nuestro ego, lo que es realmente esencial para cada uno?
Si. Aprender a conocerse, por supuesto. Mirándose a si mismo sin autocomplacencia y ordenándose, por ejemplo, transponiéndose sobre uno mismo lo que debe corregirse en la técnica del otro, sin perder de vista que uno también evoluciona y cambia. Esto significa que este autoconocimiento nunca queda inmóvil. ¿Qué somos realmente? ¿Qué es lo que realmente queremos? ¿En qué dirección queremos ir? ¿Se trata de responder estas preguntas con relación al otro? ¿O se trata más bien de situarse en relación con lo que está dentro de nosotros? Por ejemplo, para el Aikido, todos tienen sus propias razones para amar esta disciplina, cada uno sabiendo quien es y adonde se dirige …
Quizás es esto lo que hace posible construir estabilidad, el propio centro a cada uno. Cuando es todavía la fuerza de voluntad la que se expresa, cuando se trata de querer lograr esto o aquello (por ejemplo, sobre el tatami) no se trata de algo que está todavía instalado en el fondo de uno mismo, con confianza. Es responsabilidad de cada uno percibir, individualmente, por sí mismo, lo que busca vivir (en Aikido, entre otros ámbitos). Por supuesto, sin duda nos veremos ‘empujados’ en muchas ocasiones, pero lo que es esencial para nosotros no se verá afectado; la práctica del Aikido nos enseña sin cesar a caer y levantarnos. En este caso, las dificultades de la vida no son más que ejercicios para continuar. Este ‘centro’ del que hablamos no debe verse afectado; nunca está fijo, es necesariamente móvil de forma permanente para poder adaptarse a las situaciones, sin perderse, por eso puede seguir siendo centro.
Durante este curso en el que ha insistido particularmente sobre los ejercicios de preparación, ¿puede explicar un poco qué guía su trabajo corporal y mental durante estos ejercicios? ¿qué está buscando cuando los practica?
Para mí, no se trata realmente de buscar algo en particular. Es directamente el ejercicio el que me aporta. Hay cosas que suceden durante el ejercicio, y es eso lo que me enriquece. Siempre he practicado este tipo de ejercicios, pero más bien esperando lo que el ejercicio en sí mismo me va a decir.
Hay sensaciones que se desarrollan por ellas mismas. El cerebro llega a continuación a formular estas sensaciones que se han manifestado. Y esto puede referirse al ejercicio que tiene lugar en uno mismo, o también al ejercicio que veo en otros. Practico en diferentes momentos, solo en casa, en el dojo o bien en un curso. Si estoy enseñando y vienen palabras que comunico a los practicantes, es la sensación la que se desarrolla primero y las palabras vienen después para formular esto.
Creo que esta forma de enseñanza es también el regalo de Senseï: permanecer constantemente en la práctica, realizar los ejercicios de la mejor manera para si mismo, realizarlos de la mejor manera para los demás y dar a cada uno la libertad de descubrir por sí mismo o de ver las cosas revelarse por ellas mismas.
Pero para que las cosas sucedan, ¿no crees que la cultura en la que estamos educados tiene un gran impacto? Los japoneses están inmersos en una cultura completamente diferente. ¿No se tiene la necesidad en Europa de aclarar un poco esta búsqueda con palabras, de vez en cuando, que nos permitan compartir, de abrir la conciencia?
A título personal, a pesar de lo que Senseï me ha dicho muchas veces: «Explicas demasiado …», creo que tienes razón. En lo que a mí respecta, han sido, por un lado, los intercambios con amigos y practicantes los que han contribuido a desarrollar e iluminar mi práctica; y por otro lado, por supuesto, el haber tenido la oportunidad de poder hablar muy libremente y escuchar a Senseï en todas las ocasiones: en el coche cuando íbamos a los cursos o en los mismos cursos, por los correos, a través de la Federación con la preparación de los cursos, informes o reuniones. Algunas otras personas también ayudaron a mi práctica. A veces, unas pocas palabras son suficientes para abrir el espíritu y eso puede cambiar la práctica por completo. Es por eso por lo que aún mantengo este enfoque que explica un poco, estrechamente relacionado con mi investigación personal. Este enfoque busca por diferentes medios abrir los ojos tanto a los practicantes como a mí mismo.
También se trata para mí, de contribuir a que avancemos todos juntos; no se trata de que cada uno avance individualmente. Al contrario, es necesario que las diferentes generaciones de practicantes avancen juntas, que cada uno pueda recibir y que cada uno pueda dar lo mejor que pueda aportar. Así, cada uno tiene a su disposición el máximo número de referencias posibles que le conduzcan a cuestionarse y seguir avanzando.
Cuando usted empezó, también había esos grandes momentos como los cursos de Annecy. Allí practicó Aikido, pero también otras artes como la caligrafía, iaïdo… ¿Sin duda esto le debió dar otra apertura de espíritu a la práctica?
Sí, por supuesto. El Iaido me marcó especialmente. El Maestro Tamura nos hizo practicarlo regularmente. Durante muchos años, practicamos al menos 20 minutos de Iaido al final de los cursos de Aikido. Hoy en día el Iaido se practica sobre todo antes de las clases de Aikido, más bien como una forma preparación para el Aikido. Y es muy interesante de esta forma también. Al mismo tiempo, esto no resta ninguna importancia a las otras preparaciones de las que hablábamos, las preparaciones relacionadas con Qi Gong, DO IN. Estas prácticas son aún más sutiles; realmente contienen mucha riqueza.
Podemos ir más lejos, mucho más allá de todo lo que hemos mencionado si apuntamos hacia el Aï – Ki – Do. Por contra, si tomamos como objetivo, incluso inconscientemente, la sola voluntad de desarrollar la fuerza, el dominio, no vamos a ninguna parte.
Cada año, Sensei ponía una caligrafía de O Sensei en el Kamiza. No se ha comprendido y profundizado lo suficiente en este aspecto de su práctica. Creo que, para él, estas caligrafías expresaban lo que guiaba su práctica durante todo el año. Proponía a los ojos de todos, la orientación de su propia búsqueda. Una búsqueda totalmente comprometida con el Aikido de O Sensei: no era ikkyo, shihonage, o tal o cual técnica …
Aquí usted aborda a una dimensión muy interna del trabajo de Aikido. Cuando uno abre los escritos de Morihei Ueshiba, se puede notar cuánto había para él, permanentemente, de trabajo de cuerpo y mente. Para continuar el camino, ¿no deberíamos resaltar estas dimensiones?
Sensei nos ha llevado a las puertas del mundo del Aikido, más allá de lo técnico. Depende de nosotros continuar en este camino sin perdernos. En la práctica, podemos tomar el ejemplo del momento clave del ataque: ¿en qué actitud, en qué estado mental estamos en el momento del ataque? ¿Estamos practicando Aikido en este momento? Nuestro estado mental en ese momento determinará el comportamiento del cuerpo. Pero en la práctica, ¿somos conscientes de esto? Ese momento del ataque es importante en nuestra práctica. En un primer momento, está la necesidad de tomar consciencia, en el momento mismo del ataque, de lo que estamos haciendo. ¿Somos plenamente conscientes de que no podemos reducir este trabajo únicamente a una cuestión técnica?
No es necesario excederse tampoco. Puede que algunos de nosotros, con una investigación más avanzada gracias a los años de profundización, puedan dirigir su atención, personalmente, sobre estas dimensiones de la práctica. Pero creo que no debemos sobrecargar a los estudiantes. Con el tiempo, algunos estudiantes llegarán a ello si lo perciben en nosotros. El primer paso debe ser realizado por los enseñantes: deben ser plenamente conscientes de lo que se practica, por qué se practica, y con qué sentido se practica; ser conscientes del Aikido que hemos elegido … Al mismo tiempo, este proceso debe encontrarse y expresarse en la práctica: el ataque llega, ¿soy capaz de verlo, tenerlo en cuenta, de hacer algo con él? En el ataque existe el otro, aïte, con su forma de atacar, su forma de ser, su carácter, su naturaleza: todo esto no es neutral. No es un gesto vacío, algo realmente está sucediendo entre aïte y tori. Es entonces, en este instante, que es importante haber construido y mantener esta conciencia de lo que hemos elegido y de la forma de reaccionar en el instante mismo. A partir de entonces, otras cosas van a desarrollarse automáticamente.
Pero si no se ha hecho esta toma de conciencia, podemos continuar durante años con los ejercicios un poco como el avestruz con la cabeza en la arena. Hay que lograr poner mucha presencia, mucha conciencia en la práctica, sin desarrollar el ego (lo inútil). Tomar conciencia también de que el otro está en frente, que el otro existe: ¿qué se hace con el otro?
¿Pero al mismo tiempo, esta toma de conciencia no constituye un trabajo particularmente sutil y delicado, difícil de abordar y desarrollar para los practicante?.¿En qué forma, cómo y por qué método avanzar en esta toma de conciencia?
Todo participa en este proceso. Esta actitud, esta apertura, ¡todos los sentidos en alerta! Esto me recuerda una frase que Jacques Bardet dijo hace unos años: «tal como somos … creamos al otro». Es decir, por nuestra propia forma de ser, se crea la actitud y el comportamiento del otro, también en la acción.
Me parece que nuestras elecciones más profundas determinan nuestro comportamiento, consciente e incluso inconscientemente. A menudo, me ha parecido percibir que la gente tiene una actitud y un comportamiento que se construye con relación a lo que les hemos dicho, lo que escucharon y sobre todo en relación con los primeros momentos de su práctica, que ejercen una gran influencia. Luego, durante su vida de practicante, articulan todo esto, a menudo inconscientemente. Si no somos suficientemente conscientes, es difícil hacer evolucionar estos primeros conceptos. Son, entre otras cosas, a estos cambios internos a los que el Aikido nos invita.
Poco antes de dejarnos, Senseï decía «para mí el Aikido es shiseïi 3 y kokyu». Todavía falta encontrar el significado de estas palabras, lo que Senseï quería expresar, con su experiencia y su práctica. O cuando decía «Vengo al Dojo para limpiarme y purificarme».
Claude Pellerin, 7º DAN, CEN FFAB.
Entrevista de Xavier Boucher.
Nuestros agradecimientos al Autor y a Provence Aïkido
Original en: http://www.provenceaikido.com/
Notas del traductor
- El autor habla de Federaciones aunque aquí se detallan entes no federativos, es decir, Asociaciones privadas.
- Senseï, se refiere a Tamura Shihan.
- Shisei se traduce como: posición, actitud, postura, pose. Sugata ( shi ) expresa la forma, la figura, el tamaño. Ikioi ( sei ) expresa fuerza, vigor, vivacidad. Shisei contiene estos dos significados. Pero el significado de shisei no solo designa una actitud externa: buena forma, buen estilo, buen apoyo, sino también, una fuerza interna visible desde el exterior en su manifestación, por ejemplo, la vitalidad en un niño evidente a través de su vivacidad, sus agudos ojos, sus movimientos … Si queremos llegar a este shisei ¿Qué necesitamos? Primero ponga en orden el cuerpo que es el jarrón que contiene el ki . Para hacer esto, estira la columna y mantenla recta. Si tiene la sensación de empujar el cielo con la cabeza, la columna se estira naturalmente. Atención a no inflar el pecho como en posición militar. Los hombros relajados caen con flexibilidad, el ano está cerrado, los riñones no están arqueados, el ki se posa cómodamente en el seika tanden , todo el cuerpo está tranquilo y relajado. El gran maestro del sable Miyamoto Musashi dice, hablando de shisei : «La rostro está calmado, ni girado hacia arriba, ni hacia abajo, ni hacia los lados, los ojos cerrados ligeramente, sin movimiento de los globos oculares, la frente sin arrugas, las cejas ligeramente fruncidas, el puente de la nariz también recto, las vértebras cervicales llenas de fuerza. Debajo de los hombros caídos naturalmente, el cuerpo está perfectamente relajado, la columna vertebral está en su lugar; las rodillas hasta los dedos de los pies descansan fuertemente en el suelo, las caderas no están torcidas, el vientre está firmemente redondeado. » En aikido llamado sankakutai, es una postura tan flexible y equilibrada, lo que permite moverse libremente. Fundamentos del Aikido, por Tamura Shihan